Las
pinturas de Zapata.
El interior de la ermita de San Saturio
alberga un destacable repertorio de pinturas al fresco de estilo barroco y gran
calidad. Juan Antonio Zapata es el nombre del artista encargado de llevarlas a
cabo. Aunque conoció una muerte algo prematura, su arte goza de gran calidad y
revela un gran conocimiento de la pintura al fresco, así como la influencia de
otros pintores del siglo XVII.
Dentro del edificio cabe destacar los lienzos
de los altares laterales. El altar mayor es una filigrana presidida por el
busto relicario del santo bajo baldaquino. Frente al altar y a la derecha del
retablo, las imágenes representan cronológicamente los principales episodios de
la vida de San Saturio:
La primera obra representa el reparto de los
bienes del santo entre los pobres, tal y como sucedió antes de elegir la vida
retirada. En segundo lugar se plasma a San Saturio con hábito de eremita orando
ante el altar dedicado a San Miguel Arcángel. Seguidamente podemos observar,
sobre la puerta principal, al eremita leyendo y meditando sobre las escrituras,
al tiempo que un guerrero le corona con laurel, y junto a una alegoría de los
pecados capitales. En el mural del fondo, San Saturio predica a las gentes,
para en el siguiente centrase en el adoctrinamiento de san Prudencio. En esta
obra destaca, sobre el resto, la exactitud del paisaje exterior que se
contempla desde la ermita. El siguiente fresco representa la muerte del santo
rodeado de ángeles mientras su discípulo cava su tumba y finalmente, la última obra,
junto al Altar Mayor, San Prudencio convertido en Obispo de Tarazona propone la
veneración de las reliquias de su maestro.
En cuanto a la cúpula, los temas son un
panegírico de la vida eremítica practicada por el santo. Hacia la derecha del
altar, los frescos de la cúpula representan a San Juan Bautista, San Pablo, San
Jerónimo, San Benito, San Onofre, San Antonio Abad y San Juan Evangelista. Por
su parte, los frescos de los altares laterales revisten también gran
importancia. En primer lugar, la Virgen y San José muestran el niño a sus
abuelos, San Joaquín y Santa Ana, mientras que en la segunda escena, el
protagonismo recae sobre una escena de descendimiento.
Pinturas de la cúpula, relatando las vidas de otros anacoretas. |
La mano de Zapata es perfectamente apreciable
en estas obras, pudiendo observar sin demasiada dificultad los detalles
plasmados por los pinceles de sus discípulos, de menor precisión y calidad. A
pesar de la indudable calidad artística del pintor, solo se le atribuyen con
certeza las obras de dicha ermita, junto con otros lienzos de dudosa atribución.
Imagen: viajarcastillayleón. es
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